jueves, 24 de diciembre de 2015

La pases con familia o en soledad, la pases cerca o lejos de casa; con quienes más quieres o a kilómetros de esa persona con la que preferirías estar; este día, y todos, intenta ser feliz y hacer felices a los demás, porque sólo así podremos hacer de este un mundo mejor donde vivir <(")

domingo, 18 de octubre de 2015

La jaula de los vecinos de Oliveros

Vivo en Oliveros desde que nací. Bueno, en Oliveros-Mediterráneo. Mucha gente piensa que Oliveros es sólo el parque, pero los que somos de aquí llamamos así a toda la zona comprendida entre la Rambla y la Comandancia, que hay que reconocer que es bastante peculiar; tenemos una biblioteca, los Ministerios, una estación y varios bares, de esos de toda la vida. Y claro, como en todos los sitios, en Oliveros hay gente muy buena, pero también gente mala. Hay gente que trabaja duro por sacar a sus familias adelante, gente que vino hace años a este país en busca de una vida mejor. Y también hay gente egoísta que lo único que quiere es vivir su vida bien, sin importarle cómo vivan los demás.

Hace unos días saltaba a los medios la noticia de que el Ayuntamiento incluirá en los Presupuestos de 2016 el vallado del Parque de Oliveros. ¿El motivo? “Dar solución a la degradación del entorno”. Al parecer, un número indeterminado de gente, autodenominados los vecinos, han decidido emprender una cruzada contra las personas que ocupan algunos bancos de este espacio público durante el día y la noche y que señalan, palabras textuales, como los culpables de la insalubridad en la zona.

No es la primera vez que estos vecinos intentan solucionar los problemas que afectan al barrio. Desde hace varios años llevan a cabo una importante campaña contra la inmoralidad exigiendo a las prostitutas que suelen merodear por la calle José Artes de Arcos que abandonen su profesión, o por lo menos que cambien de entorno de trabajo. Estos vecinos no se han preocupado nunca por investigar las causas por las que estas chicas están en la calle, ni tampoco han intentado descubrir si lo están por su propia voluntad. Ellos simplemente quieren que se vayan, cuanto más lejos mejor. Aunque, y no es por ser mal pensado, quizás permanecen en el entorno donde más clientela tienen. Digo yo.

Como era de esperar, la respuesta por parte del Consistorio va en la línea a la que nos tienen acostumbrados en los últimos años; llevamos tiempo contemplando la sustitución de los bancos de la zona centro por los conocidos como bancos anti-vagabundos, que tienen una separación en la mitad para evitar que nadie pueda tumbarse. También hemos asistido a la desaparición sin previo aviso de los bancos de la Plaza del Educador, habitualmente frecuentados por sintecho. Sin sitio donde sentarse, no se acaba el problema pero se va a otra parte en la que molesta menos, y además se contenta a una parte de la ciudad, una parte no demasiado numerosa, pero que vota cada vez que tiene la oportunidad. De eso va la cosa.

No habrá más vigilancia en nuestros parques. Tampoco se pedirá a los Servicios Sociales que se interesen por la situación de estos “indeseables”. Y ni por asomos se aumentarán las plazas del Centro Municipal de acogida; Sería un gasto de recursos inútil, porque al fin y al cabo el trato a las personas sin hogar ha sido siempre una asignatura pendiente para nuestro país, y no lo vamos a cambiar desde Almería. ¿Para qué intentarlo?

Es desolador que haya a quien le moleste más el hecho de que se ejerza la prostitución en sus calles que el que una mujer se vea obligada a mercadear con su cuerpo para subsistir. Realmente desolador que pueda resultar más incómodo que alguien “utilice el Parque como su domicilio particular” que el que no tenga un hogar al que ir. Enjaulando nuestros parques podremos disfrutar de la comodidad de una realidad paralela en la que las cosas que están mal no las ven nuestros ojos. Eso es, sin duda, mucho mejor que asumir que siendo incapaces de apartar nuestros prejuicios ante la presencia de un ser humano que atraviesa una situación complicada, hemos fracasado como sociedad.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Yo también soy maricón

Dicen los defensores de que el AVE llegue cuanto antes a nuestra provincia, que somos los más alejados en comunicación ferroviaria de la capital del Reino. Sin embargo, desde hace un par de días, Madrid y Almería están más cerca que nunca, unidas por una cuerda que aprieta con tanta fuerza que hace brotar la sangre: la homofobia

Dos ciudades, cuatro jóvenes y el mismo delito: profesar muestras de cariño en público a sus respectivos compañeros. En España, en 2015, los homosexuales ya no tienen que correr delante de las fuerzas de seguridad; ahora tienen que hacerlo delante de niñatos que se creen con el derecho de velar por una moralidad selectiva y totalmente irracional, la misma que asesina a ex novias que consiguen rehacer sus vidas y vivir en paz, la que educa a nuestros niños en “lo masculino” y “lo femenino” y señala a quien se sale de esa delimitación absurda de lo que un hombre “debe” ser.

Sin conocer personalmente a J., los píxeles que ocultaban su rostro en los medios por miedo a represalias no me han impedido reconocerlo; lo recuerdo detrás de las mesas informativas de la asociación COLEGA en la Rambla, repartiendo preservativos e informando a jóvenes y mayores sobre la necesidad de protegernos ante Enfermedades de Transmisión Sexual. Un valiente, de los pocos que hay en nuestra ciudad, al que no le ha importado nunca dar la cara e intentar que Almería fuera un sitio donde vivir en libertad, libertad franqueada por unos energúmenos el pasado lunes.

Solo la cobardía de la mayoría, la seguridad de la superioridad en número y fuerza y el grito de “maricones”, fueron suficientes para que este chico acabara inconsciente y teniendo que ser operado unas horas más tarde por lesiones en la mandíbula y el brazo. Los atacantes no fueron valientes. No se atrevieron a plantarse en el interior de la caseta LGBT y gritar delante de cien personas “maricones, venid que os vamos a pegar”, no. Lo hicieron en la parte de atrás, a dos personas indefensas, y huyeron. 

¿Seguirían celebrando la hazaña al acabar? No sería de extrañar: ni siquiera el hecho de que el nuevo Recinto Ferial esté vallado y solo tenga 4 puntos de acceso hizo posible su captura. Tampoco se conoce que se formase un despliegue policial digno de una superproducción de Hollywood en las inmediaciones. Algo tendrá que ver con que vivamos en un país en el que el propio Ministerio de Interior reconoce que “los motivados por la identidad sexual de las víctimas” son los más numerosos entre los llamados “delitos de odio”.

Este tipo de agresiones merecen algo más que nuestra repulsa. En las últimas horas, en las redes sociales de los principales medios de comunicación de nuestra provincia, se leían mensajes de solidaridad de cientos de almerienses que no entienden como estas cosas siguen ocurriendo. Pero, dando a cada hecho el valor que corresponde, tenemos que ser conscientes de que para erradicar la homofobia no basta con que este tipo de agresiones desaparezcan (menos aún con “ocultar” la identidad sexual de los agredidos, como he llegado a leer), sino que tenemos que reformar de raíz nuestro sistema de valores y educar desde la infancia en que el respeto a las diferencias nos enriquece como sociedad. Acciones como ridiculizar a chicos considerados “afeminados”, estereotipar a un sector de la sociedad que solo comparte orientación sexual y afectiva o utilizar sinónimos de la palabra homosexual cada vez que queremos menospreciar a un hombre (y eso sólo sin pasar por el resto de letras de LGBT), son el caldo de cultivo que germina en nuestras mentes y crea monstruos como los que han marcado de por vida a dos chavales en nuestra Feria, algo que debemos cambiar si deseamos realmente la igualdad.

La época en la que los valientes sólo podían defender su vida con sus propias manos ya pasó, y todo el sufrimiento, el dolor y los asesinatos de las personas que un día se negaron a vivir en la sombra, como si hicieran algo deplorable, no pueden caer en saco roto; por eso, no dando ni un paso atrás, les digo con orgullo que yo también soy maricón, y que si creen que el miedo o la violencia van a hacer algo más que empoderarnos y empujarnos a seguir por el camino de la libertad, están muy equivocados.

miércoles, 20 de mayo de 2015

¿No hace como muy buen día para sentarse en un banquito y ponerse a recordar? Si lo hacéis con el Diario de Almería en la mano podréis leerme...


jueves, 14 de mayo de 2015

Cuatro años de 15M: patrimonio de la ciudadanía

Hoy se cumplen cuatro años desde el surgimiento de aquel movimiento que nos despertó, unió, sacó a las calles y convirtió en una ciudadanía activa, comprometida con los derechos sociales e implacable ante la corrupción generalizada que asola nuestro país. Pero tras este tiempo, ¿Qué ha sido del 15M? ¿Sigue vivo? ¿Dónde están aquellos indignados que ocuparon durante semanas plazas de toda España?

Los cambios que produjo el mayo de la “Spanish Revolution” son visibles con tan solo hacer lo contrario a lo que se pedía en las plazas: encender la tele. Hoy, la información ocupa la mayor parte de las parrillas televisivas, los telediarios pelean por destapar casos de mala praxis política y tertulias y debates, aunque a veces bastante manipulados y pocos constructivos, han vuelto a cosechar respetables audiencias. La gente reclama información y transparencia, y a falta de que las instituciones den el paso, los medios y sus informaciones les obligan a andar un poco más deprisa.

Pero si un cambio sustancial produjo el 15M, fue el de convertir a la ciudadanía en protagonista y vocera de su propia opinión, sin intermediarios y sin importar edad o nivel de formación. Durante más de treinta años, todo lo que cabía en ese cajón de sastre que llamamos política era considerado tabú. Hablar en reuniones de amigos o familiares sobre lo que pensábamos, y especialmente sobre por qué lo pensábamos, se consideraba un factor de división insalvable que nos hizo dejar de lado una de las más importantes responsabilidades que deben asumir los miembros de una sociedad democrática: ejercer control ciudadano sobre las decisiones que quienes se dicen nuestros representantes toman en nuestro nombre.

Y al contrario de lo que mucha gente creyó, la salida de las plazas no supuso el fin del 15M ni de su espíritu, sino todo lo contrario. Cuando me preguntan qué pasó con el movimiento, me gusta poner de ejemplo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca: si bien ya existía cuando hicimos nuestros los espacios públicos, su impulso se nutrió de muchos activistas que en ella coincidieron, y sus frutos son evidentes. El problema de la vivienda ha sido y es actualidad gracias a la labor que realizó esta plataforma, y no es el único ejemplo de lo que podemos considerar “fruto” del movimiento. Yo, que tomé parte activa en él desde el principio y sigo en contacto con muchos de sus integrantes en Almería, tengo dificultades para pensar en una persona que en la actualidad no esté presente en algún espacio de cambio. Cooperativas de alimentos, mareas de cientos de colores por causas justas, asociaciones, sindicatos... Incluso hay quienes huyeron al monte a intentar poner en marcha sus proyectos de vida alternativa.

Por supuesto, también los hay que vimos las posibilidades de cambio dentro de algún partido político, dejando a un lado esa consigna que tanto repetimos: “que no, que no, que no nos representan”. Probablemente quienes hemos tomado este camino somos quienes más responsabilidad tengamos que asumir a la hora de mantener eso que llamamos el “espíritu del 15M” vivo: impregnar las instituciones de todos esos reclamos que nos sacaron a las calles, del modelo de participación radical que regía nuestras asambleas y de acabar con el concepto de “clase política” para hacer de la política una ocupación temporal que se limite a ejecutar aquellos mandados que la ciudadanía, en su concepto más amplio, decida.

Siempre habrá quienes traten de aprovechar ese espíritu para hacer todo lo contrario a lo que fundamentó el 15M, con el único fin de saciar su ego personal o llevar a cabo intereses ocultos. Es tarea de quienes pasamos noches a las intemperie, durmiendo en el suelo mientras soñábamos con un mundo mejor, poner de relieve que no nos representan, que el 15M no es una marca con la que hacer política y que quienes fueron sus integrantes, libres de participar en aquellos espacios que crean más oportunos, no lo tienen en propiedad, porque el 15M es, por defecto propio, patrimonio de la ciudadanía que una tarde de mayo decidió empoderarse, romper sus miedos y hacer política en las calles, y eso es lo que siempre será.

Todos los principios que nos sacaron a las calles siguen hoy siendo nuestros reclamos


domingo, 15 de marzo de 2015

Trabajo Social, la imprescindible herramienta de cambio

En la Asamblea Mundial en Salvador de Bahía (Brasil) celebrada en 2008, miembros de la Federación Internacional de Trabajadores/as Sociales decidieron fijar por unanimidad una jornada para la celebración del Día de Trabajo Social, estableciéndose el tercer martes del mes de marzo de cada año. La fecha intenta poner de relieve la labor que ejercen los y las profesionales y su contribución a la consecución de esa justicia social que tan en entredicho está en el mundo en general y en nuestro país en particular.

No corren buenos tiempos para el Trabajo Social, y no exclusivamente por la crisis económica en la que llevamos años sumergidos. Ya antes de que explotase la famosa burbuja inmobiliaria, lo social estaba en una situación complicada; leyes anticuadas, procedimientos obsoletos, excesiva burocratización y falta continua de presupuesto son solo algunos de los palos que han paralizado durante décadas las ruedas del cambio, del cambio social.

La convocatoria anticipada de elecciones en Andalucía no ha ayudado a paliar esta situación: la ley andaluza de Servicios Sociales data de los ochenta, y los meses de trabajo empleados en la redacción de una ley que se ajuste a los tiempos que corren han quedado en standby con la disolución del Parlamento autonómico. Una vez más, con un “quizás más adelante” basta para que sigamos como estamos, y no es de extrañar. Ahora que estamos en campaña electoral, programa en mano las palabras Trabajo Social y Servicios Sociales parecen tabús, o incluso peor: aparecen pero no acompañadas de una sola propuesta que vaya encaminada a reestructurar el sistema público de atención, como mero reclamo.

Sin embargo, el Trabajo Social ha sido y sigue siendo hoy nuestro mejor salvavidas, la herramienta imprescindible de cambio social, pero solo se entiende esta denominación poniendo el foco de atención en la calidad humana de los y las profesionales. Han aguantado recortes de sueldo, reducciones de jornada, despidos, reducción drástica de recursos, y ahí siguen, intactos. Una compañera me explicaba hace unos meses que en el centro en el que trabaja, ante la imposibilidad de ofertar prestación o recurso alguno encaminado a mejorar la situación de los ciudadanos que acuden a reclamar ayuda, han decidido utilizar la escucha como recurso más potente, porque dejando hablar y escuchando, también estamos ayudando.

Los tiempos de las Asistentas Sociales acabaron hace años. Ante el panorama, el Trabajo Social ni ha permanecido ni va a permanecer inmóvil. Siempre ha estado del lado de quienes más lo necesitan, exigiendo derechos universales, atendiendo las necesidades y, cuando le han dejado, previniendo las problemáticas. Lo que queremos poner de relieve este 17 de marzo todas las personas que formamos parte de este mundo profesional o vamos camino de hacerlo, es que el Trabajo Social es algo imprescindible en cualquier estado democrático que aspire a la igualdad de todas las personas que cohabitan en él. Que sin el Trabajo Social, nuestra sociedad está encaminada a ser injusta y desigual.

viernes, 13 de marzo de 2015

Renuncia como candidato de Ganemos Almería

Antes de nada, debo empezar pidiendo disculpas a todas aquellas personas que el pasado sábado 7 de marzo confiaron en mi al votar en las primarias de Ganemos Almería. Es para esas personas para las que escribo estas palabras, ya que muchas habéis sabido que ayer anuncié mi renuncia a formar parte de esta candidatura y me habéis pedido una explicación, que voy a intentar daros sin intención alguna de ofender a quienes quieran permanecer en el proyecto.
Empecé a trabajar en este proyecto el pasado mes de julio, cuando todavía no tenía nombre. Siempre había participado en la esfera reivindicativa de nuestra ciudad en aquellos espacios en los que se luchaba por causas justas, pero nunca lo había hecho en una formación política por mi desconfianza en los partidos como herramientas de cambio. Al formularse Ganemos como un espacio de confluencia ciudadana, sin siglas políticas, y de ámbito municipalista, decidí dar un paso más; desde el principio me impliqué en la comisión de comunicación, gestionando prácticamente en soledad sus redes sociales y asumiendo una gran carga de trabajo que creía necesaria por un bien común. Nunca tuve intención de presentarme a primarias, pero cuando llegó el momento, fui animado por diferentes personas que admiro y respeto a hacerlo, y decidí volver a dar un paso.
Desde que se conocieron las candidaturas sabía que mi resultado no iba a ser demasiado prometedor teniendo en cuenta la gran trayectoria y preparación de varias de las personas que se presentaban, pero como no tenía ningún tipo de ansia electoralista no me preocupaba en absoluto. Sin embargo, durante la campaña electoral y el periodo de votación se produjeron diferentes hechos que no creo que debieran producirse en una formación de estas características.
Uno de estos hechos fue la injerencia de diferentes organizaciones de las que procedían algun@s candidat@s en el proceso de primarias, promocionando a través de redes sociales a est@s y enviando correos a sus afiliad@s y simpatizantes animando a votar por ellos. En mi opinión, en un proceso de confluencia ciudadana en el que los partidos quedan al margen, no cabe ningún tipo de injerencia en sus procesos internos que no sea para promocionar en condiciones de igualdad a las personas que se presentan. De lo contrario, estamos ante un proceso injusto y de resultados previsibles.
Otro de los hechos producidos fue la persecución a la que diferentes candidatos fuimos sometidos por, en la asamblea del pasado 25 de febrero, opinar que si no se garantizaba la colocación de mesas en varias zonas de la ciudad, se garantizase solo en una mesa centralizada y en la que la Junta Electoral de Ganemos Almería pudiera velar por la calidad democrática del proceso. Esta persecución se materializó en los comentarios vertidos en varias publicaciones personales en los que se me acusaba directamente a mi o a otras personas candidatas de no querer permitir la participación en los barrios, cuando lo que queríamos era velar por la realización de un proceso limpio y justo, que por desgracia no se pudo consumar.
Pero los hechos más graves a mi parecer y los que me llevan a tomar esta decisión son los producidos durante la propia jornada de votación, en la que varias personas candidatas utilizaron prácticas poco éticas para conseguir ocupar los primeros puestos de la lista. No pongo en duda la libertad de las personas que participaron el sábado en la votación ni su validez a participar en un proceso abierto a toda la ciudadanía, si no estas prácticas, que chocan frontalmente con cualquier discurso de empoderamiento ciudadano y nuevas formas de hacer política.
Tras lo anteriormente expuesto, me es imposible confiar en determinadas personas que forman parte de la candidatura de Ganemos Almería a las próximas municipales, por lo que expreso a la Junta Electoral de Ganemos Almería, a todas las personas que han trabajado muy duro durante estos 7 meses y a todas aquellas personas que depositaron su confianza en mí el pasado sábado mi decisión de dejar de formar parte de la lista a las municipales. Una vez más, pido disculpas a todas las personas que confiaron en mi y gastaron parte de su sábado votando en este proceso, y les pido que no dejen de confiar en que el cambio que necesita este mundo es totalmente posible, pero quizás con otras herramientas.

jueves, 5 de marzo de 2015

Participación, nuestro mejor salvavidas

Me presento a las primarias de Ganemos Almería, un movimiento de confluencia política y social, pero sobretodo ciudadana, que aspira a ganar las próximas municipales. No se preocupen, que no he venido a hablarles de mi candidatura, ni siquiera a pedirles que voten por mí; no me caracteriza esa forma de hacer política. Lo que si les voy a pedir es que participen. No en estas primarias, ni en las próximas andaluzas, si no que participen, siempre que puedan, porque la participación es nuestro mejor salvavidas.

Mucha gente se sorprendía estos días cuando la animaba a participar en nuestro particular proceso votando por sus candidaturas preferidas. No entendían unas primarias en las que se vota a personas para ordenarlas en una lista en base a como queden, con la correspondiente corrección de género. No entendían unas primarias en las que no se vote a un mandamás que semanas después imponga su consejo de sabios. Ni tampoco unas primarias en las que pueda votar cualquier persona que resida en la circunscripción electoral a la que se presentará ese partido meses después. Y es lógico.

Durante décadas, se nos ha inculcado un modelo de política que se identifica más bien poco con el término democracia. Los partidos se han limitado a preparar un plato combinado en sus oscuras cocinas para después vendérnoslo a precio de menú del día. Sin posibilidad de añadir o quitar ingredientes. O todo, o nada: ni listas abiertas, ni más personalismos que el de la cabeza de lista. Los packs vendidos como indivisibles.

Precisamente por eso, hace dos años me inscribí como simpatizante de EQUO y hace seis meses hice lo mismo en PODEMOS. ¿Se imaginan que todos los partidos políticos nos brindasen la posibilidad de participar en sus procesos internos? ¿De elegir quienes llevarán la voz de la ciudadanía a las instituciones? ¿De debatir una a una las propuestas que llevarán a cabo si llegan al poder? Pues estos partidos, con sus más y con sus menos, lo han hecho posible, asumiendo los resultados que la participación genera como garantía de éxito electoral, como un aval a la honestidad.

Pero aunque la participación en los procesos electorales está muy bien, nuestro compromiso debe de ir mucho más lejos. De la crisis que vivimos tenemos que aprender varias cosas, y una de ellas es que lo de delegar en un sobre nuestra soberanía es causa directa de que estemos como estamos. Y esto implica dejar esta forma de hacer que otros hagan política por nosotros en el pasado: o reclamamos la apertura de la participación ciudadana en las instituciones, leyes electorales más representativas y referéndums vinculantes para las cuestiones de gran calado, o seguiremos dando vueltas en el mismo bucle una y otra vez, cediendo nuestra soberanía a modo de carta blanca para que quien la asuma haga lo que le plazca.

Este sábado siete de marzo, desde las 9:00 de la mañana hasta las 20:00 horas, la ciudadanía almeriense mayor de dieciséis años está llamada a acudir a la Carpa Juan Goytisolo, junto al Puerto, y decidir a las personas que serán decisivas en el futuro de nuestra ciudad. Sin compromiso a votarnos en las municipales, sin exigencia de un pasado impecable. Personas votando a personas. Esa es la filosofía que hace de la nueva política un salvavidas en el que confiar.


viernes, 30 de enero de 2015

La paz en cifras

Hoy se celebra en nuestro país el conocido como Día de la Paz, aunque en el realidad lo que celebramos es Día Escolar de la No Violencia y la Paz, ya que la ONU celebra esta jornada el veintiuno de septiembre desde 1981, si se puede decir que haya algo que celebrar.

En un mundo en el que más de 51 millones de personas viven desplazadas de sus hogares a causa de conflictos bélicos y persecución, no podemos pensar que actividades de sensibilización como recortar siluetas de palomas o soltar al aire globos de colores (que se realizan en prácticamente todos los centros educativos), puedan conseguir acercarnos un poco más al fin de todas las formas de violencia generalizada que afectan a la humanidad. Sin embargo, desde el confort de nuestro sofá deberíamos de ser conscientes de que podemos hacer algo por acabar con ella.

España es el 7º exportador de armas más importante del mundo. Metralletas, munición y tanques son exportados a empresas para las que la guerra es un negocio, o directamente a gobiernos que someten a su pueblo sin intermediarios. Armas que, por ejemplo, acaban usándose en Gaza, donde entre julio y agosto de 2014 más de cuatro mil civiles fueron asesinados, diez mil resultaron heridos y mil quinientos menores de edad quedaron huérfanos como consecuencia de las ofensivas israelíes.

Las peores consecuencias de los conflictos que creamos los adultos las sufren los niños. Solo en Siria, se estima que más de 5,5 millones de infantes sufren las consecuencias de una guerra civil que ya dura cinco años y parece no tener fin. Pero no tenemos que irnos tan lejos para encontrar situaciones similares: en menos de un año y después de más de cuatro mil muertes, cerca de 1 millón de personas han tenido que huir de Ucrania por el enfrentamiento de europeístas y pro-rusos.

La opinión generalizada apunta que los gobiernos tienen en sus manos acabar con los conflictos en los que intervienen, pero resulta difícil de imaginar si tenemos en cuenta que la mayoría de las veces son estos quienes mayores atentados cometen contra la paz; en la localidad mexicana de Ayotzinapa, cuarenta y tres estudiantes universitarios siguen en paradero desconocido desde septiembre después de protagonizar sendas revueltas estudiantiles en defensa de la educación pública; en más de ochenta países, la homosexualidad está prohibida e incluso en diez de ellos castigada con la muerte. No mucha mejor suerte corren las personas transexuales, ya que se estiman más de mil quinientos asesinatos por transfobia en los últimos seis años en todo el globo, cifra que con seguridad podemos señalar errónea considerando que la mayoría de países no incluyen expresamente este tipo de crímenes en su legislación.


Imposible también olvidarse de la violencia cometida contra el género femenino: la ONU estima que más del 70% de las mujeres del mundo sufrirán algún tipo de violencia a lo largo de su vida por el simple hecho de serlo. Cabe recordar que en los últimos ocho años, en nuestro país la violencia machista se ha cobrado 548 vidas, y solo en lo que va de 2015 ya son 4 las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas.

La paz no solo está perturbada por conflictos a escala internacional: nuestras acciones individuales pueden acercarnos un poco a ella o alejarnos mucho de conseguirla. Cambiar de canal cuando los telediarios nos hablan de muertes y asesinatos puede ser un ejercicio de irresponsabilidad si no conseguimos concienciarnos de que nuestra voluntad individual es un requisito indispensable para alcanzarla. Presionar a nuestros gobernantes, empatizar con el sufrimiento desde miles de kilómetros de distancia e inculcar buenas prácticas en el trato con los nuestros definirán el mundo en el que viviremos mañana.

lunes, 26 de enero de 2015

Y la SYRIZA española, ¿Para cuándo?

Aún con la resaca de las históricas elecciones griegas, resulta imposible olvidar el desfile que políticos de nuestra tan extensa izquierda han protagonizado en Atenas, ansiosos por celebrar la victoria que no son capaces de conseguir dentro de nuestras fronteras. Aunque el mayor protagonista del paralelismo con el que los medios españoles han tratado estos comicios haya sido Pablo Iglesias, por allí se han dejado ver desde ecologistas a comunistas, pasando por nacionalistas y sin olvidar a los indefinidos, todos pertenecientes a partidos que se disputan el honor de convertirse en la SYRIZA española.

Cabría pensar pues que estamos ante el inminente impulso de esa gran coalición de partidos de izquierda que devolverá la soberanía de nuestro país a sus gentes poniendo al pueblo por delante, pero nada más lejos de la realidad. Hoy todos quieren protagonizar la victoria que ha cosechado la Coalición de Izquierda Radical en Grecia pero ninguno parece dispuesto a trabajar la clave de su éxito, que no es otra que haber sido capaz de aglutinar en estas últimas elecciones a más de 18 partidos políticos y organizaciones de muy diferentes sensibilidades para construir un programa de mínimos basado en lo común, que no es poco.

Fin de la austeridad, renegociación de la deuda, reforma democratizadora de las instituciones y la ayuda humanitaria que tanto necesita un país casi sin aliento han bastado para conseguir poner de acuerdo a socialistas, comunistas y ecologistas, entre otros. ¿Y cómo lo han conseguido? Pues básicamente haciendo algo a lo que aquí no estamos muy acostumbrados: ceder.

Pese a que en 2013 el congreso de la coalición dio una victoria holgada al líder de moda y principal defensor de la permanencia de Grecia en la Unión Europea y del mantenimiento de la moneda única, Alexis Tsipras, los sectores más radicalizados, esos para los que Europa no suponía el único salvavidas a escoger, también encontraron su lugar en los órganos directivos y estarán representados entre los 149 diputados obtenidos el domingo. Ante este hecho, la comparativa con PODEMOS se hace realmente difícil, teniendo en cuenta la seguridad con la que Pablo Iglesias afirmó el pasado mes de octubre que los impulsores de los documentos organizativos que no resultaron elegidos en su primer congreso “se harían a un lado”.

PODEMOS, aunque a muchos nos gustaría, no es SYRIZA. Si bien la efervescencia con la que ha trepado en las encuestas y la ilusión que ha generado entre miles de personas guardan gran similitud, el éxito de los griegos es que han sabido articular en un solo espacio un proyecto común transversal que ha conseguido superar a las organizaciones que lo forman para construir algo mucho más grande que la simple suma de sus partes, algo para lo que nuestra política parece carecer de madurez.

Y claro, no es que aquí lo tengamos fácil. Una Izquierda Unida azotada por el desgaste de su participación en gobiernos autonómicos con los mismos partidos a los que dice ser alternativa en campaña, así como parcialmente tomada por viejas momias de la política que no han sabido adaptar la organización a lo que exigen los nuevos tiempos, no hacen fácil que en PODEMOS, con la pureza que le otorga su corta trayectoria, vean más cosas buenas que malas en la posibilidad de darse la mano con nadie.

En tan solo unos meses estaremos ante unas elecciones que supondrán un antes y un después para España. Aunque ni mucho menos es Izquierda Unida la única posibilidad de confluencia a la que PODEMOS podría agarrarse, parece existir poco interés en confluir con esos partidos minoritarios que quizás aportarían más calidad técnica y humana que votos, pero sin los que hablar de mayoría no describiría la realidad. No me cabe la menor duda de que en PODEMOS, Izquierda Unida, EQUO, Guanyem y el resto, hay gente con un sentido de la responsabilidad impecable; de ellos depende que las próximas generales acaben en victoria o nos dejen otros cuatro años a medio camino.


miércoles, 7 de enero de 2015

¿Quién asume responsabilidades en Níjar?

Los hechos ocurridos durante la noche de Reyes en la barriada de Bellavista (Campohermoso) han puesto de relieve una vez más la incapacidad que tienen determinadas instituciones de reaccionar con agilidad asumiendo responsabilidades por sus fallos, especialmente cuando estos se cobran vidas humanas.

La primera comunicación oficial por parte del Ayuntamiento de Níjar se produjo en la mañana del día siete a través de una nota de prensa en su web, casi cuarenta y ocho horas después de que Juan Antonio Lozano, de veinte años de edad, se precipitase al asfalto desde los más de cuatro metros que separaban el trono de la carroza en la que hacía de Rey Baltasar del suelo. En dicha nota, unas condolencias y el anuncio de tres días de luto parecen una respuesta insuficiente ante la gravedad del asunto.

Unos aseguran que el causante fue un cable colocado a baja altura, otros que los adornos del trono eran demasiado altos, pero nadie señala a la organización, en este caso el propio Consistorio, como responsable directo de no haber comprobado que el recorrido fuera el adecuado para un evento de tales características, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de quienes participaban en él lo hacían por un único beneficio: el de llevar la ilusión de la noche de reyes a las calles de su pueblo.

La dirección del Partido Popular de Almería, que no perdió tiempo a la hora de exigir dimisiones técnicas y políticas tras la bochornosa retransmisión que Canal Sur hizo de las campanadas desde nuestra capital, se ha limitado a dar sus condolencias y difundir la nota del Ayuntamiento. Antonio Jesús Rodríguez, alcalde del municipio y perteneciente al mismo partido, se ha limitado a anunciar hoy mismo a varios medios de comunicación la apertura de una comisión de investigación para esclarecer unos hechos que parecen verse bastante nítidos.

Es preocupante el orden de prioridades que los responsables políticos suelen tener, reaccionando desmesuradamente ante fallos que no pasan de anecdóticos y guardando toda la prudencia del mundo cuando se trata de negligencias que destrozan por completo a familias enteras. Si la clase política de esta provincia fuera decente, hoy por la mañana el mismo alcalde que ha hablado en televisión lo habría hecho para anunciar su dimisión o la de Mónica Morales, concejala de festejos, porque si bien estoy seguro de que ninguno de los dos diseñó el recorrido de la cabalgata, son responsables políticos de una negligencia tan alarmante.


Está claro que ninguna dimisión aliviará el dolor los familiares y allegados de Juan Antonio, descrito por sus conocidos como una persona altruista y participativa, pero por lo menos ayudará a pensar que la impunidad todavía no se ha adueñado de todo nuestro país.
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