Los hechos
ocurridos durante la noche de Reyes en la barriada de Bellavista (Campohermoso)
han puesto de relieve una vez más la incapacidad que tienen determinadas
instituciones de reaccionar con agilidad asumiendo responsabilidades por sus
fallos, especialmente cuando estos se cobran vidas humanas.
La primera
comunicación oficial por parte del Ayuntamiento de Níjar se produjo en la
mañana del día siete a través de una nota de prensa en su web, casi cuarenta y
ocho horas después de que Juan Antonio Lozano, de veinte años de edad, se
precipitase al asfalto desde los más de cuatro metros que separaban el trono de
la carroza en la que hacía de Rey Baltasar del suelo. En dicha nota, unas
condolencias y el anuncio de tres días de luto parecen una respuesta insuficiente
ante la gravedad del asunto.
Unos
aseguran que el causante fue un cable colocado a baja altura, otros que los
adornos del trono eran demasiado altos, pero nadie señala a la organización, en
este caso el propio Consistorio, como responsable directo de no haber
comprobado que el recorrido fuera el adecuado para un evento de tales características,
sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de quienes participaban en él lo
hacían por un único beneficio: el de llevar la ilusión de la noche de reyes a
las calles de su pueblo.
La dirección
del Partido Popular de Almería, que no perdió tiempo a la hora de exigir
dimisiones técnicas y políticas tras la bochornosa retransmisión que Canal Sur
hizo de las campanadas desde nuestra capital, se ha limitado a dar sus
condolencias y difundir la nota del Ayuntamiento. Antonio Jesús Rodríguez,
alcalde del municipio y perteneciente al mismo partido, se ha limitado a
anunciar hoy mismo a varios medios de comunicación la apertura de una comisión
de investigación para esclarecer unos hechos que parecen verse bastante nítidos.
Es
preocupante el orden de prioridades que los responsables políticos suelen tener,
reaccionando desmesuradamente ante fallos que no pasan de anecdóticos y
guardando toda la prudencia del mundo cuando se trata de negligencias que
destrozan por completo a familias enteras. Si la clase política de esta
provincia fuera decente, hoy por la mañana el mismo alcalde que ha hablado en
televisión lo habría hecho para anunciar su dimisión o la de Mónica Morales,
concejala de festejos, porque si bien estoy seguro de que ninguno de los dos
diseñó el recorrido de la cabalgata, son responsables políticos de una
negligencia tan alarmante.
Está claro
que ninguna dimisión aliviará el dolor los familiares y allegados de Juan
Antonio, descrito por sus conocidos como una persona altruista y participativa,
pero por lo menos ayudará a pensar que la impunidad todavía no se ha adueñado
de todo nuestro país.
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