Me presento
a las primarias de Ganemos Almería, un movimiento de confluencia política y
social, pero sobretodo ciudadana, que aspira a ganar las próximas municipales.
No se preocupen, que no he venido a hablarles de mi candidatura, ni siquiera a
pedirles que voten por mí; no me caracteriza esa forma de hacer política. Lo
que si les voy a pedir es que participen. No en estas primarias, ni en las
próximas andaluzas, si no que participen, siempre que puedan, porque la
participación es nuestro mejor salvavidas.
Mucha gente se
sorprendía estos días cuando la animaba a participar en nuestro particular
proceso votando por sus candidaturas preferidas. No entendían unas primarias en
las que se vota a personas para ordenarlas en una lista en base a como queden,
con la correspondiente corrección de género. No entendían unas primarias en las
que no se vote a un mandamás que semanas después imponga su consejo de sabios.
Ni tampoco unas primarias en las que pueda votar cualquier persona que resida
en la circunscripción electoral a la que se presentará ese partido meses
después. Y es lógico.
Durante
décadas, se nos ha inculcado un modelo de política que se identifica más bien
poco con el término democracia. Los partidos se han limitado a preparar un
plato combinado en sus oscuras cocinas para después vendérnoslo a precio de
menú del día. Sin posibilidad de añadir o quitar ingredientes. O todo, o nada:
ni listas abiertas, ni más personalismos que el de la cabeza de lista. Los packs
vendidos como indivisibles.
Precisamente
por eso, hace dos años me inscribí como simpatizante de EQUO y hace seis meses
hice lo mismo en PODEMOS. ¿Se imaginan que todos los partidos políticos nos
brindasen la posibilidad de participar en sus procesos internos? ¿De elegir
quienes llevarán la voz de la ciudadanía a las instituciones? ¿De debatir una a
una las propuestas que llevarán a cabo si llegan al poder? Pues estos partidos,
con sus más y con sus menos, lo han hecho posible, asumiendo los resultados que
la participación genera como garantía de éxito electoral, como un aval a la
honestidad.
Pero aunque
la participación en los procesos electorales está muy bien, nuestro compromiso
debe de ir mucho más lejos. De la crisis que vivimos tenemos que aprender
varias cosas, y una de ellas es que lo de delegar en un sobre nuestra soberanía
es causa directa de que estemos como estamos. Y esto implica dejar esta forma
de hacer que otros hagan política por nosotros en el pasado: o reclamamos la
apertura de la participación ciudadana en las instituciones, leyes electorales
más representativas y referéndums vinculantes para las cuestiones de gran
calado, o seguiremos dando vueltas en el mismo bucle una y otra vez, cediendo
nuestra soberanía a modo de carta blanca para que quien la asuma haga lo que le
plazca.
Este sábado
siete de marzo, desde las 9:00 de la mañana hasta las 20:00 horas, la
ciudadanía almeriense mayor de dieciséis años está llamada a acudir a la Carpa
Juan Goytisolo, junto al Puerto, y decidir a las personas que serán decisivas
en el futuro de nuestra ciudad. Sin compromiso a votarnos en las municipales,
sin exigencia de un pasado impecable. Personas votando a personas. Esa es la filosofía
que hace de la nueva política un salvavidas en el que confiar.
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