Aún con la
resaca de las históricas elecciones griegas, resulta imposible olvidar el
desfile que políticos de nuestra tan extensa izquierda han protagonizado en Atenas,
ansiosos por celebrar la victoria que no son capaces de conseguir dentro de
nuestras fronteras. Aunque el mayor protagonista del paralelismo con el que los
medios españoles han tratado estos comicios haya sido Pablo Iglesias, por allí
se han dejado ver desde ecologistas a comunistas, pasando por nacionalistas y
sin olvidar a los indefinidos, todos pertenecientes a partidos que se disputan el
honor de convertirse en la SYRIZA española.
Cabría pensar pues que estamos ante el inminente impulso de esa gran coalición
de partidos de izquierda que devolverá la soberanía de nuestro país a sus
gentes poniendo al pueblo por delante, pero nada más lejos de la realidad. Hoy
todos quieren protagonizar la victoria que ha cosechado la Coalición de
Izquierda Radical en Grecia pero ninguno parece dispuesto a trabajar la clave
de su éxito, que no es otra que haber sido capaz de aglutinar en estas últimas
elecciones a más de 18 partidos políticos y organizaciones de muy diferentes
sensibilidades para construir un programa de mínimos basado en lo común, que no
es poco.
Fin de la austeridad, renegociación de la deuda, reforma democratizadora de las
instituciones y la ayuda humanitaria que tanto necesita un país casi sin
aliento han bastado para conseguir poner de acuerdo a socialistas, comunistas y
ecologistas, entre otros. ¿Y cómo lo han conseguido? Pues básicamente haciendo
algo a lo que aquí no estamos muy acostumbrados: ceder.
Pese a que en 2013 el congreso de la coalición dio una victoria holgada al líder
de moda y principal defensor de la permanencia de Grecia en la Unión Europea y
del mantenimiento de la moneda única, Alexis Tsipras, los sectores más
radicalizados, esos para los que Europa no suponía el único salvavidas a
escoger, también encontraron su lugar en los órganos directivos y estarán
representados entre los 149 diputados obtenidos el domingo. Ante este hecho, la
comparativa con PODEMOS se hace realmente difícil, teniendo en cuenta la seguridad
con la que Pablo Iglesias afirmó el pasado mes de octubre que los impulsores de
los documentos organizativos que no resultaron elegidos en su primer congreso “se
harían a un lado”.
PODEMOS, aunque a muchos nos gustaría, no es SYRIZA. Si bien la efervescencia
con la que ha trepado en las encuestas y la ilusión que ha generado entre miles
de personas guardan gran similitud, el éxito de los griegos es que han sabido
articular en un solo espacio un proyecto común transversal que ha conseguido
superar a las organizaciones que lo forman para construir algo mucho más grande
que la simple suma de sus partes, algo para lo que nuestra política parece
carecer de madurez.
Y claro, no es que aquí lo tengamos fácil. Una Izquierda Unida azotada por el
desgaste de su participación en gobiernos autonómicos con los mismos partidos a
los que dice ser alternativa en campaña, así como parcialmente tomada por
viejas momias de la política que no han sabido adaptar la organización a lo que
exigen los nuevos tiempos, no hacen fácil que en PODEMOS, con la pureza que le
otorga su corta trayectoria, vean más cosas buenas que malas en la posibilidad
de darse la mano con nadie.
En tan solo unos meses estaremos ante unas elecciones que supondrán un antes y un después para España. Aunque ni mucho menos es Izquierda Unida la única posibilidad de confluencia a la que PODEMOS podría agarrarse, parece existir poco interés en confluir con esos partidos minoritarios que quizás aportarían más calidad técnica y humana que votos, pero sin los que hablar de mayoría no describiría la realidad. No me cabe la menor duda de que en PODEMOS, Izquierda Unida, EQUO, Guanyem y el resto, hay gente con un sentido de la responsabilidad impecable; de ellos depende que las próximas generales acaben en victoria o nos dejen otros cuatro años a medio camino.
En tan solo unos meses estaremos ante unas elecciones que supondrán un antes y un después para España. Aunque ni mucho menos es Izquierda Unida la única posibilidad de confluencia a la que PODEMOS podría agarrarse, parece existir poco interés en confluir con esos partidos minoritarios que quizás aportarían más calidad técnica y humana que votos, pero sin los que hablar de mayoría no describiría la realidad. No me cabe la menor duda de que en PODEMOS, Izquierda Unida, EQUO, Guanyem y el resto, hay gente con un sentido de la responsabilidad impecable; de ellos depende que las próximas generales acaben en victoria o nos dejen otros cuatro años a medio camino.
No es muy conocido aún porque no sale por televisión, aunque se pueden encontrar eso si en la calle, hay una agrupación de electores donde se unen diferentes organizaciones de sensibilidades distintas que luchan en una dirección de frente amplio como Syriza, contra los dictados de la troika y el FMI. La agrupación se llama Recortes Cero.
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