jueves, 6 de noviembre de 2014

Unos sin agua y otras sin vergüenza

Desde primera hora de la mañana del pasado martes corrían como la pólvora por las redes sociales unas imágenes tomadas por vecinos del barrio de Pescadería. En ellas varios policías municipales escoltaban a dos trabajadores de la empresa municipal AQUALIA en las puertas de diferentes edificios del barrio, presumiblemente mientras realizaban cortes del suministro de agua por impagos en los recibos.

La penosa imagen ponía de relieve la sensibilidad habitual de nuestro Ayuntamiento con los más desfavorecidos; si hace menos de dos semanas Aránzazu Martín, concejala de Asuntos Sociales y diputada andaluza, se vio “incapaz de encontrar familias susceptibles de recibir ayuda domiciliaria” (y eso que, según decía, había buscado hasta debajo de las piedras), este martes eran trabajadores dependientes del consistorio los que se enfrentaban a familias con una situación, podemos imaginar, mucho más que vulnerable.

Quizás si el área del que Aránzazu es responsable hubiera preguntado a la empresa que gestiona el suministro de agua las direcciones de viviendas con varios recibos adeudados, el Ayuntamiento no se hubiera tenido que ver obligado a devolver más de 400.000 euros del presupuesto que la Junta de Andalucía le transfirió para poner en marcha el decreto de exclusión social de 2013. Teniendo en cuenta que los últimos datos de la EPA reflejan que en nuestra provincia hay más de un 35% de personas desempleadas, no debería de ser tarea difícil encontrar familias que necesiten ayuda a domicilio en nuestro municipio. 

¿Cuál es el problema entonces? ¿No debería de estar exigiendo un aumento en las partidas presupuestarias que recibe su concejalía en vez de permitirse el lujo de devolver dinero destinado a paliar la pobreza? Pues bien, si tenemos en cuenta que Aránzazu Martín es abogada de profesión, algo que más bien poco tiene que ver con la concejalía que dirige, podemos deducir que por muy concienciada que esté con la situación actual, pese a que no se desprenda de sus palabras, no tiene la formación necesaria para gestionar una respuesta eficaz a las necesidades de los almerienses en el momento en el que más necesitan la ayuda de su institución más próxima. 

No me termina de quedar claro si la devolución del sobrante adolece a la eterna tensión entre el gobierno municipal y el gobierno autonómico o a la desgana de quienes deberían de haber hecho todo lo posible porque ese dinero llegase a quienes lo necesitan. Lo que si me queda claro es que las palabras de la concejala desprenden una total falta de contacto con la realidad en la que viven los ciudadanos para los que en teoría trabaja, quizás justificada por su condición de pluriempleada; concejala, diputada autonómica y levantadora de piedras a tiempo completo. 

Parece algo propio del ADN municipal que se coloque a personas sin la formación pertinente al frente de áreas como Asuntos Sociales, Medio Ambiente o Participación Ciudadana. Cuando se ganan unas elecciones con mayoría absoluta y llega el momento de repartirse el pastel, parece que prima más contentar a determinadas personas con cargos que supongan mayor retribución que el amoldar a los más adecuados a las distintas responsabilidades municipales. Como siempre el pato lo acaba pagando la ciudadanía; esta vez perdiendo una ayuda que podría haber aliviado el sueño de un par de miles de familias. ¿Qué tocará mañana?

martes, 26 de agosto de 2014

¿Feria? ¿Qué Feria?

Si hace un año escribía antes del comienzo de la Feria de 2013 “ya ni huele a Feria”, a mitad de esta nueva edición podríamos decir que los almerienses ni siquiera se han enterado de que su ciudad está de semana grande.

La “más almeriense”, título con el que Comendador quiso calentar motores los días previos, se presuponía una Feria de recuperación de tradiciones, abarrotada de refajonas y volviendo a llenar de color los barrios más alejados del centro, pero programa en mano se hace difícil entender el aumento de 100.000 euros en el presupuesto de este año, que parece que ha dado para rescatar la cabalgata del primer día, la portada de Puerta de Purchena y poco más.

ASHAL ya denunciaba hace unas semanas la negativa del Ayuntamiento de conceder licencia a dos ambigús más que habrían ampliado el medio día en la parte alta del Paseo, que no cuenta con ninguno desde hace años. Finalmente han sido 9 los instalados, pero todo apunta a que con la bicefalia que caracteriza a la fiesta diurna desde el cambio de recinto, el consistorio no tiene gran interés en aumentar la afluencia en el centro, por lo que exceptuando los días grandes la Feria seguirá a medio gas. La doble localización del medio día no parece fruto de la casualidad, sino de una estrategia para que, al igual que en Sevilla, toda la fiesta se concentre en un recinto acotado, suponiendo su organización muchos menos quebraderos de cabeza.

Ya de noche, después de pagar 1,30 euros de autobús, 4 euros de parking o dar vueltas con el coche hasta que se aparezca la Virgen del Mar (que para eso las fiestas son en su honor), un recinto cada vez más despoblado invita a pensar que algo debe de estar haciéndose mal cuando las asociaciones y empresas que se atreven a plantarse en la Vega de Acá por primera vez no suelen repetir al año siguiente. Partidos políticos y medios de comunicación parecen ser los únicos que resisten año tras año, aunque no se sabe si por negocio o por tradición.

Y llegados a este punto le da a uno por plantearse si no fue un grave error alejar la Feria del corazón de la ciudad; si el moderno y bien equipado recinto ferial no se ha quedado grande de más y está provocando que los almerienses cada vez reconozcamos menos nuestra Feria. Pasan los años y solo el olor a algodón de azúcar, los turrones, la patata completa o el vinillo dulce con barquillo permanecen como esencia propia de la semana que marca para los legañosos el final del verano (aunque en septiembre haga incluso mejor tiempo que en agosto).

La feria de todos los almerienses se está apagando, y es nuestro ayuntamiento quien tiene en su mano que uno de los mejores escaparates que tenemos para proyectarnos al exterior acabe siendo algo residual o se convierta en la única semana al año en la que podemos evadirnos de nuestros muchos problemas; para la primera opción solo tienen que seguir por este camino, para la segunda es urgente y necesario que la implicación de Asociaciones de Vecinos vaya más allá de llenar una carroza de niñas vestidas de faralae.

jueves, 5 de junio de 2014

También son culpables

Felipe será Rey por obra y gracia de Dios, el Espíritu Santo y el honorable General Francisco Franco. Pero no olvidaremos a todos los que, empujando detrás del carro o apartándose para que pase con holgura lo hicieron posible: desde todos los diputados que votarán a favor en la tramitación de la ley de abdicación hasta todos los militantes del PSOE que a puerta cerrada se declaran republicanos pero son incapaces de desbancar a quienes traicionan los que supuestamente son sus principios.

Permitisteis una reforma laboral abusiva, caldo de cultivo de la segunda, esa que os sacó a vosotros y a vuestras banderas a la calle. Permitisteis un fin de gobierno de recortes, de represión en las calles y de políticas liberales. Permitisteis reformar la irreformable Constitución Española para anteponerlo todo a la deuda ilegítima, sabiendo que eso dejaría a su suerte a miles de enfermos, de dependientes, de niños, de mayores, de jóvenes, de desempleados... Pese a estar fuera del gobierno y tener una situación catastrófica habéis apoyado y cerrado filas entorno a vuestra cúpula, criticándola entre cafés y sonriéndole de frente. Y ahora, pero seguramente no por último, habéis permitido que vuestro partido abrace la monarquía en el único momento de nuestra historia en el que una verdadera transición hacia un país más justo era posible.

Sois una vergüenza. Unos irresponsables. Paseáis orgullosos unas siglas que no significan nada para vosotros, prostituyendo la memoria de quienes hace 100 años les dieron sentido. Sois el peor tipo de culpables que existe: los que sin tener la culpa por sus actos la tienen por no hacer lo que se esperaba de ellos.

lunes, 19 de mayo de 2014

25M: La juventud desmovilizada

En estos momentos me encuentro estudiando en Bélgica gracias a una beca Erasmus, esas que hace unos meses estuvieron entre la vida y la muerte. Recuerdo que unas semanas después de que me la concedieran, hablando con mi hermana de 25 años, le comenté que tendría que pedir el voto en el extranjero para las elecciones europeas. Ella me respondió si eso era lo que más me preocupaba, y lo cierto es que no, pero también era algo que rondaba mi mente.

Ni siquiera habían sido convocadas oficialmente, pero yo sabía que podía ser una oportunidad importante para cambiar algo. Desde que cumplí 18 años en 2011, he tenido la oportunidad de votar en unas elecciones locales, en unas elecciones generales y en unas elecciones autonómicas. Esta es la primera vez que votaré en unas elecciones europeas, aunque quizás debería de hablar en pasado, ya que envié mi voto por correo certificado el pasado viernes.

Vivo en una residencia con otros treinta y cinco estudiantes internacionales y soy el único que hace unas semanas se desplazó hasta el consulado para solicitar el voto por correo en los comicios. Nadie irá a casa para hacerlo presencialmente tampoco. Lo cierto es que no les culpo; que en la era tecnológica la única vía posible para solicitar tu voto en unas elecciones sea desplazarte hasta la capital del país donde resides y gastar una mañana en una cola interminable es cuanto menos sospechoso. ¿Qué faltan: medios o interés por hacer efectivo un derecho constitucional?.

Debo admitir que esta falta de interés entre mis coetáneos por “la política”, como si fuera un cajón desastre en el que cabe desde Bárcenas hasta el concejal sin sueldo de un pueblo de nombre impronunciable, no me pilla de sorpresa. Pero todo esto no es casual, y no es por ponerme conspiranoico, pero no me podrán negar que ese sentimiento transmitido de padres a hijos convirtiendo la política en un tabú que no podía ser pronunciado en público ha sido decisivo para que hoy, sistemas educativos aparte, haya jóvenes que no sepan ni el número de diputados que tiene el Congreso ni a qué dinastía pertenecía Adolfo Suárez.

Entiendo que quienes sufrieron los males de una guerra y la posterior dictadura, que quienes perdieron a sus familias por el mal uso de “la política” o quienes vieron en la transición una oportunidad de calma tras cuarenta años de tensión no quieran hoy saber nada de rojos, azules, verdes o amarillos. Lo malo de esto es que las generaciones que solo hemos conocido esos tiempos en las aulas hemos heredado inconscientemente un sentimiento de rechazo a la herramienta que rige nuestras vidas y estipula nuestras libertades que se ha acabado convirtiendo en una carta blanca para cuatro aprovechados que hacen y deshacen a su antojo.

Lo cierto es que el Parlamento Europeo, ese que desde el Mediterráneo parece tan lejano, es la institución que más incide en nuestra vida diaria, más incluso que nuestro ayuntamiento. Desde Europa llegan las directrices para diseñar, aplicar o eliminar políticas que nosotros pensamos que salen de nuestros gobiernos, centrales o autonómicos, pero lo cierto es que no; en infinidad de materias la “sede de nuestra soberanía” no es más que una rueda de transmisión de órdenes que vienen desde un poco más arriba. Y luego nos pasa que entre el desinterés natural y el desinterés provocado, parece que desde Europa se gobierna para los europeos pero de espaldas a estos.

miércoles, 22 de enero de 2014

Carta de dimisión como miembro del Consejo de Estudiantes de la UAL

Como muchos de vosotros sabéis, desde que entré en la universidad decidí formar parte de los órganos de representación estudiantil para tratar de cambiar las cosas. Nunca aspiré a ser representante de nadie, sino portavoz de todos, ni tomé parte en decisiones que pudieran comprometer a la comunidad estudiantil.

Una serie de razones me han llevado a tener que dejar mi cargo a mitad de legislatura. Es una decisión que he madurado durante semanas, consultado con gente a la quiero y respeto, y que he tomado por razones fundamentadas y para ser fiel a mis principios.

Con esto no trato de levantar polvareda en torno a la Universidad de Almería ni mucho menos. Simplemente, creo que ninguna de las personas a las que he tratado de defender en este organismo creo que se mereciese que yo agotase mi legislatura y no explicase los motivos por los que estoy tan desligado del CEUAL.

Aquí mi carta de renuncia, mi respeto y mi agradecimiento a quienes han intentado entender mi decisión:

Al presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Almería, Fabricio Guido Saquilán Ruffa:
Por medio del presente escrito, deseo transmitirle a usted como presidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Almería (CEUAL), al resto de miembros de junta del mismo y en especial a todos los miembros electos como representantes de sus facultades sin cargo en el mismo, mi dimisión como representante de los y las estudiantes del Centro Adscrito de Trabajo Social.

Las causas que han motivado mi decisión son las siguientes:
           Primera. La total falta de transparencia en las cuentas y en el presupuesto del CEUAL, siendo el pleno celebrado el pasado jueves diecisiete de diciembre la primera vez en mis casi dos años como miembro electo que he tenido acceso a un informe de cuentas parciales, solo explicando la gestión de los ingresos conseguidos por la propia actividad del organismo y no el presupuesto de en torno a diez mil euros con el que cuenta la institución por parte de la Universidad de Almería, pese a haberlo pedido personalmente y en varias ocasiones en diferentes sesiones plenarias desde octubre de 2012.
            Segunda. La falta de vías de participación no presencial (físicas) con las que considero que una institución principalmente juvenil como la nuestra debería de contar, y la total falta de interés por parte de los miembros de junta del CEUAL de encontrarlas y permitir que todas las voces se expresen.
            Tercera. La total desinformación a la que los miembros que no podemos acudir a las reuniones presenciales no oficiales ni regladas en los estatutos estamos sometidos, no existiendo información periódica a través de correo electrónico u otras vías pertinentes a cerca de los asuntos tratados y las actividades de próxima realización.
            Cuarta. La falta de convocatoria oficial de plenos, único órgano con poder de decisión recogido en los estatutos del organismo, pese a las reiteradas peticiones por mi parte, así como la toma de decisiones relevantes en reuniones informales a las que no han sido invitados todos los miembros electos del Consejo.
            Quinta. La toma de decisiones en reuniones informales (sin la presencia de la gran mayoría de los miembros del CEUAL) en las que se ha comprometido a la institución, tales como el apoyo por parte del organismo, publicitado en redes sociales y medios de comunicación, a la candidatura con motivo de las elecciones a junta de facultad y departamento del pasado curso CONSTRUYE LA UAL, pese a no tener la mayoría de miembros constancia del mismo y suponer una confrontación entre alumnos en determinadas facultades y centros.
            Sexta. La total marginación a la que estamos sometidos aquellos miembros que desde el respeto expresamos opiniones contrarias a las de la actual directiva del Consejo de Estudiantes, y la nula capacidad por parte de esta de tenerlas en cuenta y tratar de buscar acuerdos satisfactorios para todos los miembros, pese a la reciente petición de reforma de determinados artículos de los estatutos que estipulan la toma de decisiones a través de consenso.
            Séptima. La total falta de interés y atención a las necesidades de los alumnos y las alumnas del Centro Adscrito de Trabajo Social, pese a las reiteradas quejas durante el segundo cuatrimestre del curso 2011-2012 y el primer cuatrimestre del curso 2012-2013, que se encuentran en una situación de total indefensión y marginación con respecto al resto de estudiantes pese a ser denominados como estudiantes de pleno derecho de la Universidad de Almería.
            Octava. La descafeinada defensión de los estudiantes que determinados miembros del CEUAL intentan que adopte la institución, más pendientes de contentar a los altos cargos de la Universidad de Almería y evadir las críticas a la gestión de los recursos de la Universidad que estos hacen, que de tratar de canalizar las reivindicaciones estudiantiles pese a que ello suponga la confrontación por parte de la institución con los cargos anteriormente referidos.
            Novena. La falta de reconocimiento generalizado y prestigio por parte de los y las estudiantes a los que este organismo debería representar pese a más de dos años de gestión de unos cargos de junta siempre afines al presidente del mismo.
            Décima. Mi creciente falta de interés en seguir siendo partícipe del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Almería por las razones anteriormente citadas así como la imposibilidad de ejercer mis funciones como representantes de más de 400 alumnos y alumnas de Grado en Trabajo Social por los impedimentos que acabo de relatar.

Sin más, expreso mi total deseo de que lo anteriormente expuesto cambie y en un futuro más cercano que lejano el Consejo de Estudiantes de la Universidad de Almería se convierta en un organismo participativo, transparente, igualitario y reivindicativo que canalice los reclamos del estudiantado y del que la comunidad estudiantil de Almería pueda estar orgulloso.

Sirva esta carta como prueba de mi renuncia en el mismo día en que está expedida, y facilítese a todo miembro del Consejo de Estudiantes de la Universidad de Almería que así lo requiera.

A martes veintiuno de enero, atentamente:

Juan de Dios Gómez Montoya.

lunes, 20 de enero de 2014

Rajoy y el concepto de ciudadanía

Decía Rajoy en su reciente entrevista a la carta en Antena 3 que la mayoría de los españoles “cumplieron como ciudadanos” tras los recortes llevados a cabo por el gobierno que encabeza. Y no es la primera vez en estos días que escuchamos palabras similares por su parte, ya que tras la paralización de las obras en el barrio burgalés del Gamonal ya agradeció la “paciencia de la ciudadanía”.

El concepto de ciudadanía es sin duda amplio, y hay que remontarse a la antigua Grecia para hacernos una idea de lo que hoy significa. En la Atenas del Siglo V los ciudadanos eran aquellos hijos de padre y madre atenienses con automático poder para votar y poder ser votados como cargos públicos, además de otras obligaciones y características. Lejos de abrazar el término en el contexto de aquel entonces, que entre otras cosas denominaba a una minoría que mandaba sobre una inmensa mayoría, las sociedades lo han ido transformando hasta encontrarnos en la actualidad ante algo mucho más amplio que “el que habita una ciudad”. La RAE hoy en día no atribuye al ciudadano unas características propias idílicas, pero todo el que se haya cuestionado alguna vez porque la vida es como es y no de otra forma seguro que sí.

Rajoy, como máximo exponente hoy de una España más clásica que del Siglo XXI, abraza un concepto de ciudadanía en el que salirse de los márgenes que otros acotan y opinar a destiempo fuera de una urna de metacrilato no tienen sentido. Un concepto que no contempla otra cosa que acatar, obedecer y asumir, la resignación de pensar que en esta vida unos marcan los tiempos  y otros siguen el ritmo.

Precisamente, la ciudadanía debe ser todo lo contrario. Si le preguntamos a cualquier viandante cuál es el problema que ha originado la actual crisis, encontraremos a muchos que señalarán la corrupción; otros hablarán del ladrillo y la especulación del suelo; algunos mencionarán un sinfín de causas diferentes, causas entre las que probablemente nos cueste encontrar la que yo considero la clave de la cuestión: la tradicional falta de control a quienes hemos encargado la gestión de nuestros recursos, y ese control no es ni más ni menos que tarea de la ciudadanía.

Con esto no quiero decir que la culpa de la crisis sea del que ha asumido que la democracia es votar cada cuatro años, pero no podemos negar que este ha sido el gran agravante de la situación. La falta de vías de participación ciudadana en las instituciones de nuestro país es una realidad, pero quizás si hubiéramos defendido que la ciudadanía era algo tremendamente complejo, y a veces incluso agotador, hoy existirían cauces reales para cambiar las cosas al margen de las siglas partidistas. Quizás si no hubiéramos confiado la gestión de nuestras vidas a unos pocos, hoy no hablaríamos de paro, de miseria, de hambre o de injusticias. Tal vez si hubiéramos sido responsables y hubiésemos adoptado el compromiso de aportar lo que pudiéramos en vez de dejar que otros hicieran por nosotros, hoy estas palabras no tendrían sentido.

El concepto de ciudadanía por el que apuesta Rajoy es el de la masa sumisa que calla ante las injusticias, que empeña su vida para que una casta viva a todo trapo y que interioriza eso de que la corrupción forma parte de nuestro ADN. Nosotros, como ciudadanos responsables, teníamos el deber de ser todo lo contrario, pero nos contaron que eso a lo que llaman política era un tema tabú y decidimos no cuestionarlo. Y conste mi total comprensión a todas aquellas personas que vivieron tiempos en los que tomar la palabra y convertir una queja en los cimientos de un sólido cambio se pagaba con la vida. Comprendo que hoy esas personas quieran vivir tranquilas y repudien de todo lo que pueda causar la más mínima división, pero somos muchas las generaciones que hemos nacido en eso que llaman democracia, y nosotros, lo siento, pero no tenemos excusa.


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