viernes, 30 de enero de 2015

La paz en cifras

Hoy se celebra en nuestro país el conocido como Día de la Paz, aunque en el realidad lo que celebramos es Día Escolar de la No Violencia y la Paz, ya que la ONU celebra esta jornada el veintiuno de septiembre desde 1981, si se puede decir que haya algo que celebrar.

En un mundo en el que más de 51 millones de personas viven desplazadas de sus hogares a causa de conflictos bélicos y persecución, no podemos pensar que actividades de sensibilización como recortar siluetas de palomas o soltar al aire globos de colores (que se realizan en prácticamente todos los centros educativos), puedan conseguir acercarnos un poco más al fin de todas las formas de violencia generalizada que afectan a la humanidad. Sin embargo, desde el confort de nuestro sofá deberíamos de ser conscientes de que podemos hacer algo por acabar con ella.

España es el 7º exportador de armas más importante del mundo. Metralletas, munición y tanques son exportados a empresas para las que la guerra es un negocio, o directamente a gobiernos que someten a su pueblo sin intermediarios. Armas que, por ejemplo, acaban usándose en Gaza, donde entre julio y agosto de 2014 más de cuatro mil civiles fueron asesinados, diez mil resultaron heridos y mil quinientos menores de edad quedaron huérfanos como consecuencia de las ofensivas israelíes.

Las peores consecuencias de los conflictos que creamos los adultos las sufren los niños. Solo en Siria, se estima que más de 5,5 millones de infantes sufren las consecuencias de una guerra civil que ya dura cinco años y parece no tener fin. Pero no tenemos que irnos tan lejos para encontrar situaciones similares: en menos de un año y después de más de cuatro mil muertes, cerca de 1 millón de personas han tenido que huir de Ucrania por el enfrentamiento de europeístas y pro-rusos.

La opinión generalizada apunta que los gobiernos tienen en sus manos acabar con los conflictos en los que intervienen, pero resulta difícil de imaginar si tenemos en cuenta que la mayoría de las veces son estos quienes mayores atentados cometen contra la paz; en la localidad mexicana de Ayotzinapa, cuarenta y tres estudiantes universitarios siguen en paradero desconocido desde septiembre después de protagonizar sendas revueltas estudiantiles en defensa de la educación pública; en más de ochenta países, la homosexualidad está prohibida e incluso en diez de ellos castigada con la muerte. No mucha mejor suerte corren las personas transexuales, ya que se estiman más de mil quinientos asesinatos por transfobia en los últimos seis años en todo el globo, cifra que con seguridad podemos señalar errónea considerando que la mayoría de países no incluyen expresamente este tipo de crímenes en su legislación.


Imposible también olvidarse de la violencia cometida contra el género femenino: la ONU estima que más del 70% de las mujeres del mundo sufrirán algún tipo de violencia a lo largo de su vida por el simple hecho de serlo. Cabe recordar que en los últimos ocho años, en nuestro país la violencia machista se ha cobrado 548 vidas, y solo en lo que va de 2015 ya son 4 las mujeres muertas a manos de sus parejas o exparejas.

La paz no solo está perturbada por conflictos a escala internacional: nuestras acciones individuales pueden acercarnos un poco a ella o alejarnos mucho de conseguirla. Cambiar de canal cuando los telediarios nos hablan de muertes y asesinatos puede ser un ejercicio de irresponsabilidad si no conseguimos concienciarnos de que nuestra voluntad individual es un requisito indispensable para alcanzarla. Presionar a nuestros gobernantes, empatizar con el sufrimiento desde miles de kilómetros de distancia e inculcar buenas prácticas en el trato con los nuestros definirán el mundo en el que viviremos mañana.

lunes, 26 de enero de 2015

Y la SYRIZA española, ¿Para cuándo?

Aún con la resaca de las históricas elecciones griegas, resulta imposible olvidar el desfile que políticos de nuestra tan extensa izquierda han protagonizado en Atenas, ansiosos por celebrar la victoria que no son capaces de conseguir dentro de nuestras fronteras. Aunque el mayor protagonista del paralelismo con el que los medios españoles han tratado estos comicios haya sido Pablo Iglesias, por allí se han dejado ver desde ecologistas a comunistas, pasando por nacionalistas y sin olvidar a los indefinidos, todos pertenecientes a partidos que se disputan el honor de convertirse en la SYRIZA española.

Cabría pensar pues que estamos ante el inminente impulso de esa gran coalición de partidos de izquierda que devolverá la soberanía de nuestro país a sus gentes poniendo al pueblo por delante, pero nada más lejos de la realidad. Hoy todos quieren protagonizar la victoria que ha cosechado la Coalición de Izquierda Radical en Grecia pero ninguno parece dispuesto a trabajar la clave de su éxito, que no es otra que haber sido capaz de aglutinar en estas últimas elecciones a más de 18 partidos políticos y organizaciones de muy diferentes sensibilidades para construir un programa de mínimos basado en lo común, que no es poco.

Fin de la austeridad, renegociación de la deuda, reforma democratizadora de las instituciones y la ayuda humanitaria que tanto necesita un país casi sin aliento han bastado para conseguir poner de acuerdo a socialistas, comunistas y ecologistas, entre otros. ¿Y cómo lo han conseguido? Pues básicamente haciendo algo a lo que aquí no estamos muy acostumbrados: ceder.

Pese a que en 2013 el congreso de la coalición dio una victoria holgada al líder de moda y principal defensor de la permanencia de Grecia en la Unión Europea y del mantenimiento de la moneda única, Alexis Tsipras, los sectores más radicalizados, esos para los que Europa no suponía el único salvavidas a escoger, también encontraron su lugar en los órganos directivos y estarán representados entre los 149 diputados obtenidos el domingo. Ante este hecho, la comparativa con PODEMOS se hace realmente difícil, teniendo en cuenta la seguridad con la que Pablo Iglesias afirmó el pasado mes de octubre que los impulsores de los documentos organizativos que no resultaron elegidos en su primer congreso “se harían a un lado”.

PODEMOS, aunque a muchos nos gustaría, no es SYRIZA. Si bien la efervescencia con la que ha trepado en las encuestas y la ilusión que ha generado entre miles de personas guardan gran similitud, el éxito de los griegos es que han sabido articular en un solo espacio un proyecto común transversal que ha conseguido superar a las organizaciones que lo forman para construir algo mucho más grande que la simple suma de sus partes, algo para lo que nuestra política parece carecer de madurez.

Y claro, no es que aquí lo tengamos fácil. Una Izquierda Unida azotada por el desgaste de su participación en gobiernos autonómicos con los mismos partidos a los que dice ser alternativa en campaña, así como parcialmente tomada por viejas momias de la política que no han sabido adaptar la organización a lo que exigen los nuevos tiempos, no hacen fácil que en PODEMOS, con la pureza que le otorga su corta trayectoria, vean más cosas buenas que malas en la posibilidad de darse la mano con nadie.

En tan solo unos meses estaremos ante unas elecciones que supondrán un antes y un después para España. Aunque ni mucho menos es Izquierda Unida la única posibilidad de confluencia a la que PODEMOS podría agarrarse, parece existir poco interés en confluir con esos partidos minoritarios que quizás aportarían más calidad técnica y humana que votos, pero sin los que hablar de mayoría no describiría la realidad. No me cabe la menor duda de que en PODEMOS, Izquierda Unida, EQUO, Guanyem y el resto, hay gente con un sentido de la responsabilidad impecable; de ellos depende que las próximas generales acaben en victoria o nos dejen otros cuatro años a medio camino.


miércoles, 7 de enero de 2015

¿Quién asume responsabilidades en Níjar?

Los hechos ocurridos durante la noche de Reyes en la barriada de Bellavista (Campohermoso) han puesto de relieve una vez más la incapacidad que tienen determinadas instituciones de reaccionar con agilidad asumiendo responsabilidades por sus fallos, especialmente cuando estos se cobran vidas humanas.

La primera comunicación oficial por parte del Ayuntamiento de Níjar se produjo en la mañana del día siete a través de una nota de prensa en su web, casi cuarenta y ocho horas después de que Juan Antonio Lozano, de veinte años de edad, se precipitase al asfalto desde los más de cuatro metros que separaban el trono de la carroza en la que hacía de Rey Baltasar del suelo. En dicha nota, unas condolencias y el anuncio de tres días de luto parecen una respuesta insuficiente ante la gravedad del asunto.

Unos aseguran que el causante fue un cable colocado a baja altura, otros que los adornos del trono eran demasiado altos, pero nadie señala a la organización, en este caso el propio Consistorio, como responsable directo de no haber comprobado que el recorrido fuera el adecuado para un evento de tales características, sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría de quienes participaban en él lo hacían por un único beneficio: el de llevar la ilusión de la noche de reyes a las calles de su pueblo.

La dirección del Partido Popular de Almería, que no perdió tiempo a la hora de exigir dimisiones técnicas y políticas tras la bochornosa retransmisión que Canal Sur hizo de las campanadas desde nuestra capital, se ha limitado a dar sus condolencias y difundir la nota del Ayuntamiento. Antonio Jesús Rodríguez, alcalde del municipio y perteneciente al mismo partido, se ha limitado a anunciar hoy mismo a varios medios de comunicación la apertura de una comisión de investigación para esclarecer unos hechos que parecen verse bastante nítidos.

Es preocupante el orden de prioridades que los responsables políticos suelen tener, reaccionando desmesuradamente ante fallos que no pasan de anecdóticos y guardando toda la prudencia del mundo cuando se trata de negligencias que destrozan por completo a familias enteras. Si la clase política de esta provincia fuera decente, hoy por la mañana el mismo alcalde que ha hablado en televisión lo habría hecho para anunciar su dimisión o la de Mónica Morales, concejala de festejos, porque si bien estoy seguro de que ninguno de los dos diseñó el recorrido de la cabalgata, son responsables políticos de una negligencia tan alarmante.


Está claro que ninguna dimisión aliviará el dolor los familiares y allegados de Juan Antonio, descrito por sus conocidos como una persona altruista y participativa, pero por lo menos ayudará a pensar que la impunidad todavía no se ha adueñado de todo nuestro país.
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