miércoles, 15 de mayo de 2013

De aquellos indignados estos comprometidos

Dos años hace hoy de aquel 15 de mayo que a muchos cambió la forma en que tenían construida su mente, su visión y en general la vida. Dos años hace que nuestro país no es el mismo. Y claro, no podemos negar que el 15M no es hoy lo que era hace dos años, pero, ¿Significa eso que sea peor? ¿Ha perdido realmente la fuerza que tenía? ¿Qué ha sido de aquellos “indignados”?

Podríamos decir que el 15M cambió la forma de pensar de miles de personas. Nunca antes se había acuñado el término PPSOE para descalificar respetuosamente al turno de partidos al que estamos sometidos los españoles. Nunca antes se había puesto tan de relieve problemáticas como la sanidad, la educación o la ausencia de democracia en muchos aspectos de nuestro sistema. Nunca antes se había cuestionado la forma en que vivimos, nuestro ritmo de vida ni las cosas a las que les damos prioridad; nuestras reflexiones colectivas se limitaban a la barra del bar, al ascensor o a la cola de la carnicería, y se venían reducidas a la mínima expresión porque tras décadas de supuesta democracia aún pensábamos que confrontar ideas nos llevaría a una segunda Guerra Civil.

El movimiento espontáneo (digan lo que digan tertulianos de guion que nunca han pisado una asamblea) eliminó el miedo de los españolitos a la política y la sacó a las calles lejos de las siglas y el partidismo propios de la campaña electoral en la que estalló, dejando en evidencia a unos candidatos a reelección que ni de lejos estuvieron a la altura de las circunstancias. Quien viviese ese ambiente podrá confirmar que agrupó a gente de un sinfín de ideologías, a cientos de formas distintas de concebir el mundo, y las puso a trabajar buscando objetivos comunes, dando una lección a nuestros “representantes” y enseñándoles que sus “representados” eran mucho más dialogantes que ellos.

Sería de ilusos decir que el 15M cambió el mundo varias semanas de acampadas, como también lo sería negar que sentó los cimientos de algo que, a día de hoy, se sigue construyendo. ¿Qué fue pues de esos quincemayistas? Pues muy sencillo: unos siguieron con las asambleas semanales, otros decidieron fundar otros grupos alternativos de acción (como “Somos Mayoría”, el movimiento promovido por Julio Anguita), otros emprendieron luchas sectoriales (las llamadas MAREAS: verde, blanca, naranja, violeta…). Los hay quienes incluso buscaron formas de vida inusuales y decidieron crear sus propias cooperativas de consumo, que hoy crecen y crecen sumando cada vez a más productores y consumidores unidos por el comercio justo y el respeto al medio ambiente. También los hay quienes, por desgracia, desistieron en la lucha.

No se puede negar que el movimiento despertó conciencias, incluso la mía; hoy no sería portavoz estudiantil en mi facultad si no hubiera sido por ese movimiento llamado “Democracia Real YA!” que me llevó del sofá a la calle. Me atrevería a decir sin miedo a equivocarme que tampoco estaría escribiendo estas líneas de no ser por esas semanas de acampada, por esos meses de asambleas, por esas horas de trabajo por cambiar las cosas a mejor, por esa gente de gran corazón y buena voluntad que me motivaba a destinar mi tiempo a algo productivo.

Si medimos el apoyo del 15M en la asistencia a sus manifestaciones podríamos decir que está prácticamente muerto, pero estaríamos cometiendo un gran error: negar que todas las personas que formaron parte y se implicaron durante meses en la “spanish revolution” no sufrieron cambio alguno en sus vidas cuando su actividad llegó al fin, o mejor dicho, al punto y seguido.

Las personas que coincidimos ese mayo de 2011 no hemos cesado en la búsqueda de las reivindicaciones que nos llevaron a las plazas: auténtica democracia, política al servicio de las personas, búsqueda del bienestar colectivo y mecanismos para que el conjunto de la ciudadanía sea quien decida sobre los aspectos que les afectan, entre otras miles de cosas. Cada día tratan de hacernos ver que estos objetivos están más y más lejos, y es por ello que dos años después es momento de seguir luchando por construir algo de lo que nos podamos sentir orgullosos, un legado digno que dejar a las generaciones futuras.

De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste.


Felicidades 15M. No dejes de crecer.


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