viernes, 18 de marzo de 2016
miércoles, 27 de enero de 2016
Tejer juventud como inversión de futuro
Este martes, tras años de enfrentamiento y utilización partidista de ambas instituciones, Ayuntamiento y Universidad han retomado el contacto a través de sus máximos responsables a fin de abordar lo que han llamado la “intensificación de la vida universitaria en el centro de la Ciudad”. Entre las propuestas que se han planteado: dar vida a las instalaciones de ambas instituciones en el centro y co-gestionar la futura biblioteca municipal. Propuestas que, desde mi humilde opinión, no son suficientes para que el ambiente de nuestra ciudad crezca.
Primeramente, habría que destacar que lo que necesita Almería va más allá de que nuestra Universidad forme parte de su actividad, que también es necesario; Almería necesita un rejuvenecimiento que no llega pese a que más del 20% de nuestra población es menor de veinte años, y cuando hablo de rejuvenecimiento no me refiero a otra cosa que a la participación de la gente joven en la vida social y cultural de nuestra ciudad, que en numerosas ocasiones se echa en falta.
Una de las posibles razones que provocan esto es la prácticamente inexistente participación juvenil en la vida asociativa. Pese a que en el Censo de entidades de participación juvenil del Instituto Andaluz de la Juventud existen registradas una veintena de asociaciones es cierto que, salvo contadas excepciones, la mayoría se encuentran inactivas. La drástica reducción de subvenciones y ayudas que se ha producido en los últimos años ha tocado de muerte al poco asentado asociacionismo juvenil, pero no es menos cierto que a nuestra ciudad se le une otra particularidad a tener en cuenta: ser, junto con Huelva, la única capital andaluza que no cuenta con una Concejalía de Juventud que asuma, entre otras, la función de fomentar la vida asociativa de nuestra gente joven.
Y probablemente como consecuencia directa de esto, nuestro Consistorio no dispone desde hace años de ningún tipo de apoyo específico para asociaciones juveniles, ni en forma de ayuda monetaria ni a modo de cesión de espacios para el desarrollo de actividades, así como tampoco existe información clara sobre qué servicios e instalaciones municipales están disponibles para las asociaciones. Además, no hay constancia de que se esté beneficiando de programas europeos como Erasmus+, que ofrece un sinfín de posibilidades a la juventud y que no cuesta ni un solo euro, así como tampoco demasiado tiempo, a los Ayuntamientos.
Podríamos profundizar un poco más y hablar de cómo los pocos precios públicos en servicios municipales que estaban adaptados a la juventud se han visto encarecidos en los últimos años, como es el ejemplo de los Gimnasios Municipales. También destacar la ineficaz movilidad urbana que no invita a la juventud de barrios periféricos a acudir al centro asiduamente. O la escasa y poco atractiva oferta cultural que el Ayuntamiento programa año tras año, siendo además gran parte de esa oferta de pago. Sin embargo, creo que lo conveniente es destacar la necesidad de crear y fortalecer un tejido asociativo joven y resistente que sea el que, por un lado, marque la agenda social y cultural de nuestra ciudad y que, por otro, sea el que presione a las instituciones para mejorar lo que ya existe y poner en marcha lo que se eche en falta.
Soy consciente de que este objetivo es ambicioso y requiere de ganas y tiempo, pero también de los beneficios que reportaría a nuestra ciudad. Un buen punto de partida podría ser la creación de un Consejo Local de la Juventud, una propuesta que varios partidos políticos llevaban en sus programas el pasado mes de mayo y que en ciudades como Córdoba ha conseguido tejer una red social envidiable. Con ello, no sólo estaremos consiguiendo que el ambiente de nuestra ciudad mejore, también haremos que la juventud comience a tomar conciencia de la responsabilidad que asumirá en unos años: velar por que la nuestra sea una ciudad a la que querer venir, pero de la que no querer marcharse.
Primeramente, habría que destacar que lo que necesita Almería va más allá de que nuestra Universidad forme parte de su actividad, que también es necesario; Almería necesita un rejuvenecimiento que no llega pese a que más del 20% de nuestra población es menor de veinte años, y cuando hablo de rejuvenecimiento no me refiero a otra cosa que a la participación de la gente joven en la vida social y cultural de nuestra ciudad, que en numerosas ocasiones se echa en falta.
Una de las posibles razones que provocan esto es la prácticamente inexistente participación juvenil en la vida asociativa. Pese a que en el Censo de entidades de participación juvenil del Instituto Andaluz de la Juventud existen registradas una veintena de asociaciones es cierto que, salvo contadas excepciones, la mayoría se encuentran inactivas. La drástica reducción de subvenciones y ayudas que se ha producido en los últimos años ha tocado de muerte al poco asentado asociacionismo juvenil, pero no es menos cierto que a nuestra ciudad se le une otra particularidad a tener en cuenta: ser, junto con Huelva, la única capital andaluza que no cuenta con una Concejalía de Juventud que asuma, entre otras, la función de fomentar la vida asociativa de nuestra gente joven.
Y probablemente como consecuencia directa de esto, nuestro Consistorio no dispone desde hace años de ningún tipo de apoyo específico para asociaciones juveniles, ni en forma de ayuda monetaria ni a modo de cesión de espacios para el desarrollo de actividades, así como tampoco existe información clara sobre qué servicios e instalaciones municipales están disponibles para las asociaciones. Además, no hay constancia de que se esté beneficiando de programas europeos como Erasmus+, que ofrece un sinfín de posibilidades a la juventud y que no cuesta ni un solo euro, así como tampoco demasiado tiempo, a los Ayuntamientos.
Podríamos profundizar un poco más y hablar de cómo los pocos precios públicos en servicios municipales que estaban adaptados a la juventud se han visto encarecidos en los últimos años, como es el ejemplo de los Gimnasios Municipales. También destacar la ineficaz movilidad urbana que no invita a la juventud de barrios periféricos a acudir al centro asiduamente. O la escasa y poco atractiva oferta cultural que el Ayuntamiento programa año tras año, siendo además gran parte de esa oferta de pago. Sin embargo, creo que lo conveniente es destacar la necesidad de crear y fortalecer un tejido asociativo joven y resistente que sea el que, por un lado, marque la agenda social y cultural de nuestra ciudad y que, por otro, sea el que presione a las instituciones para mejorar lo que ya existe y poner en marcha lo que se eche en falta.
Soy consciente de que este objetivo es ambicioso y requiere de ganas y tiempo, pero también de los beneficios que reportaría a nuestra ciudad. Un buen punto de partida podría ser la creación de un Consejo Local de la Juventud, una propuesta que varios partidos políticos llevaban en sus programas el pasado mes de mayo y que en ciudades como Córdoba ha conseguido tejer una red social envidiable. Con ello, no sólo estaremos consiguiendo que el ambiente de nuestra ciudad mejore, también haremos que la juventud comience a tomar conciencia de la responsabilidad que asumirá en unos años: velar por que la nuestra sea una ciudad a la que querer venir, pero de la que no querer marcharse.
miércoles, 6 de enero de 2016
¿Quiénes son los animales?
Foto: Ayuntamiento de Almería |
Desde que hace unos días denuncié en redes sociales que se volvieran a utilizar animales como parte de la Cabalgata, son muchos los descalificativos e improperios que he recibido. A diferencia de lo que alguna gente parece suponer, ni soy un temido ecologista “radical”, ni formo parte de ningún grupo de “delincuentes” veganos que se cuelan en granjas para denunciar la situación que viven miles de animales para acabar alimentándonos. Soy, sin más, un vecino de esta ciudad que cree que en 2016 deberíamos haber superado la esclavitud animal como forma de entretenimiento. Nada más que eso.
El año en que los llamados “Ayuntamientos del cambio” dan un paso adelante y acaban con la utilización de animales en espectáculos públicos, apostando por un modelo cultural basado en el talento artístico humano (que quizás otra cosa no, pero de eso nos sobra), los que podríamos definir como “consistorios del recambio” siguen empeñados en evitar cualquier tipo de avance. De hecho, las ocas que Manuela Carmena desterró de la Cabalgata madrileña, las pudimos ver en Almería marchando con bolas de navidad amarradas al cuello. Monísimas, graciosísimas y confirmando que, como humanidad, hace tiempo que perdimos el norte.
Aunque haya quien pueda llegar a creerlo, basta con sintonizar un par de tardes seguidas la dos para saber que en la Sabana los elefantes no se ponen sobre una pata a saludar; tampoco hacen acrobacias, bailan o visten atuendos circenses. Tampoco existe constancia de que las ocas disfruten moviéndose en grupo al unísono mientras las rodea una muchedumbre que les grita. Pensar que ese comportamiento es natural en especies no humanas es un error, pero más lo es creer que se les enseña a través de entrenamientos que no dañan salvajemente su integridad física y psicológica. De hecho, los elefantes que formaron parte de la Cabalgata en Almería pertenecen a uno de los circos que han sido en varias ocasiones denunciados por organizaciones como EQUINAC debido a las prácticas a las que son sometidos.
En programas de televisión, en documentales o incluso en Facebook, podemos encontrar cada día cientos de ejemplos que descubren animales haciendo cosas maravillosas; saltando de alegría tas descubrir una cama elástica, dando cariño y protección a bebés recién nacidos o sufriendo como humanos ante la pérdida de un compañero. Sin embargo, todavía no hemos conseguido desarrollar hacia el resto de especies el respeto que se merecen. Gandhi dijo “un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. Si todavía no lo han deducido, de ser juzgados así, tengo dos noticias que darles. La mala es que somos culpables. La buena, que estamos a tiempo de empezar a hacer las cosas de otra manera. Sólo hace falta nuestra voluntad.
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