martes, 31 de diciembre de 2013

Feliz vida y próspero año de lucha

Cada año por estas fechas escuchamos buenos deseos a todas horas, deseos que no se mantienen en el tiempo, producto de lo efímero de estos sentimientos que las luces, los mantecados y la solidaridad programada nos traen. Buenos deseos de quienes nos joden a todas horas, trasmisiones de esperanza de quienes nos la quitan poquito a poco. Tenemos que aguantar, tenemos que mirar al futuro, tenemos que tragar… Eso nos dicen.

Muchos creímos que el 2013 sería la tumba de estas políticas neo-liberales, del fascismo, de estos gobiernos salvajes que asesinan por omisión de socorro, que desangran recortando nuestras vidas, que encarcelan encadenando nuestra libertad, que privatizan hasta la misma vida humana. No ha sido así, pero eso no debe hacernos creer que ese muro llamado sistema es infranqueable y tiene que estar ahí para siempre, que este año no ha contribuido a su derribo o siquiera que lo ha fortalecido. De hecho, en mayo de 2011 grabé a fuego en mi mente eso de “cada pequeña acción cuenta” y lo creo de corazón; todo lo que hacemos suma y teje una red que va creciendo poco a poco.

No se puede negar que los ánimos están por los suelos. Hay más paro, hay más hambre, hay más miseria, y por si fuera poco nuestra libertad retrocede a tiempos grises que en la memoria colectiva se recordaban como cuentos de terror. Precisamente por eso, precisamente ahora es cuando no debemos decaer, es cuando más debemos hacer; tenemos que hacer solidaridad porque hay que resistir juntos, porque la solidaridad se hace de tú a tú sin esperar nada a cambio, sin ejercer un poder superior, entre iguales; tenemos que reflexionar, que cuestionarnos, que elegir qué futuro queremos, cómo lo queremos y qué estamos haciendo para conseguirlo; tenemos que encontrar nuestro lugar, trabajar desde “nuestro frente” y tratar de pulir los matices que nos separan de quienes buscan lo mismo que nosotros; tenemos, por supuesto, que hacer política, porque hacer política es hablar, es opinar, es reclamar tu poder de decisión y participación en la vida pública, en lo que te afecta a ti, a tu vecina del quinto o a tu mejor amiga en la otra punta del país, y no solo afiliarse a un partido o defender unas siglas como si te fuera la vida en ello.

Pero también tenemos que hacer lo que nos gusta, lo que nos llene, porque la lucha es un esfuerzo mental y nuestra mente necesita descansar estando con los nuestros. Este 2013 nos tiene que servir para darnos cuenta de que en esta carrera de fondo nuestra vida sigue adelante. El año que se va nos deja ejemplos de lucha que probablemente los libros de historia no cuenten, pero que permanecerán en la memoria de muchos de nosotros: las valientes y duras huelgas de hambre en Sol silenciadas por los medios, la lucha feminista en auge ante los retrocesos en igualdad y las leyes abusivas contra el género femenino, los polémicos métodos de reivindicación de FEMEN, las protestas continuas en Grecia que siguen contagiando toda Europa de un espíritu de cambio, los gestos desde las instituciones que algunos valientes siguen haciendo y que nos hacen darnos cuenta de que no estamos locos o el pacifismo de los manifestantes de nuestro país, que aguantan brutales y continuas agresiones policiales, son solo algunos ejemplos dignos de admiración, de la mía al menos.

Debo reconocer que en más de una ocasión me han aconsejado dejar de escribir, de expresarme libremente, de criticar lo que creo malo y alabar lo que creo bueno. De exponer mi visión al mundo con nombre y apellidos. Gente de mi entorno me ha planteado la posibilidad de que esta simple afición traiga consecuencias en el futuro, y yo me pregunto, ¿No es un tremendo acto de hipocresía reivindicar a boca llena la urgente necesidad de un cambio colectivo y no querer ser el primero en alzar tu voz poniéndolo en práctica? Quizás es un ejercicio de miedo, de ese miedo que impera en nuestras vidas desde que nacemos, impuesto desde el régimen y velado por las fuerzas represoras que dicen servirnos y protegernos.

No sé si en el futuro estas miles de palabras aquí ordenadas me traerán quebraderos de cabeza, pero en este presente puedo decir que me llena lo que hago, y no porque piense que sea nada espectacular. Me llena que lo que hace un año era un espacio en la red con apenas 2.000 visitas y menos de una decena de entradas hoy supere las 18.000 y haya saltado de la red a la realidad; la confianza de los medios de comunicación físicos, que el pasado mes de agosto tuvieron en cuenta mis palabras siendo la primera vez que se imprimían en papel y tinta, no es más que un hecho gratificante añadido a mi objetivo, que no es otro que hablar, opinar, dar otra visión del mundo y de la realidad y ofrecerla a quien le pueda interesar. 

¿Cómo vaticinar lo que pueda ocurrir en 2014? Ni siquiera sé si en unos meses podremos seguir hablando dentro de la falsa libertad en que lo hacemos. Hoy, a todos los que a través de la red me habéis leído, cuestionado, respetado y replicado, quiero invitaros a seguir haciéndolo pese a todo, pese a sus intentos de parar nuestra voz, y quiero tomar como excusa el final de este año para desearos que el año que viene, mejor o peor, más pobres o más ricos, más feos o más guapos, más felices o menos, sigamos intentado conseguir lo que queremos y luchar por lo que creemos.


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