Los recortes se han apoderado un año más de la feria de nuestra ciudad. A unas
horas del pistoletazo de salida, que podemos afirmar que se dará con balas de
fogueo tras conocer que la cabalgata anunciadora de fiestas era la principal caída
del programa de actividades, parece que el tajo en el presupuesto ha afectado
incluso al olor característico de los días previos; ya no podemos ni decir que
huela a feria.
Cuando el ayuntamiento anunció que otro año más se destinaría menos dinero a
nuestra cada vez menos semana grande, podíamos imaginar una feria poco novedosa.
Los peores presagios se hacían realidad leyendo el programa: la falta de
novedades se unía a la falta de interés del ayuntamiento de convertir la
nuestra en una feria low cost en la
que los almerienses pudiéramos olvidar por unas horas que superamos en casi 10
puntos la media estatal de paro.
Pero parece que la austeridad no va con eso de acercar la feria a todos, y no
me refiero solo en espacio: las líneas de autobuses al ferial costarán 1,25
euros, 20 céntimos más que un billete habitual, y todo eso pese a ser unas
líneas que solo observando su afluencia podemos asegurar que son mucho más que
rentables para la empresa SURBUS. Me imagino, sin necesidad de hacer un gran
esfuerzo, a unos padres en paro que quieran llevar a sus hijos a la feria,
haciendo cuentas para ver cuánto se pueden gastar, o mejor dicho, cuanto les
quiere cobrar su alcalde para hacerlos merecedores de poner un pie en el
recinto de la Vega de Acá. Una total falta de empatía por parte del
ayuntamiento que, una vez más, no está a la altura de las circunstancias y nos
demuestra, sin necesidad de decirlo expresamente, que aspiramos a una feria en
la que quién pueda pagársela la disfrutará y quien no se conformará con su
retransmisión por interalmería televisión.
Alardeaba hace unos días el concejal Carlos Sánchez de que “el 75% de las
actividades de esta feria serán totalmente gratuitas y llegarán a todos los
barrios” algo que, intentándolo comprobar programa en mano, no cuadra
demasiado; visitas guiadas para conocer la Almería que vemos cada día, eventos
deportivos poco atractivos para los no asiduos a estos, la batalla de flores,
tortura animal, conciertos de segunda, paseo de caballos a pleno sol y “actuaciones”
en la caseta municipal. Claro que, si tenemos en cuenta los numerosos actos
religiosos en honor a la patrona y recientemente proclamada alcaldesa perpetua de la ciudad (tras rescatar las actas de un pleno municipal de la época de
Franco) supongo que el Partido Popular considera la nuestra una feria “como
Dios manda”.
Que esta corporación nos lleva a pasos agigantados hacia una feria al estilo
sevillano no es ningún secreto. Y no, no tiene nada que ver con que este año dé
el pregón José Mercé, un almeriense de pura cepa, ya que además es gaditano;
tiene más que ver con la reducción progresiva de actividades alrededor de la
ciudad con la justificación de “potenciar el recinto ferial”, consiguiendo así
concentrarla en un recinto acotado y haciendo que esta pase por nuestra ciudad
casi como una invitada, y no como una seña de identidad. Un ejemplo muy
sencillo de esta estrategia es la Caseta Municipal Infantil que el ayuntamiento
habilitó con la apertura del nuevo recinto: mientras antes las actividades de “Mi
Barrio en Feria” llevaban un trocito de fiesta a numerosas partes de la ciudad,
ahora las únicas actividades infantiles, al margen de la cabalgata del lunes,
se celebran en el ferial.
Tampoco cobran importancia este año los barrios menos próximos a la capital: Cabo de Gata, Castell
del Rey, Ruescas, Costacabana, El Alquian, Retamar… por todos ellos la feria ni
siquiera pasa de largo, pero claro, como “tienen fiestas propias” (de barrio)
la cosa está más que justificada. Al fin y al cabo, ¿Qué se puede esperar de un
consistorio que acepta un cartel de feria plagiado que ha encargado a una
empresa privada tras declarar el concurso convocado para tal fin desierto?.
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Ejemplos de la "inspiración" de las empresas a las que recurre el ayuntamiento |
Todo esto por no mencionar la feria del medio día, antaño buque insignia de los
almerienses, hoy reducida a cuatro ambigús iguales, con la misma música que
hace cinco años y cuyas consumiciones rozan lo considerable como estafa. Las
tardes de feria los almerienses tenemos dos opciones: gastarnos una pasta en
chiringuitos y pubs o hacer botellón en la calle y arriesgarnos a gastarnos una
pasta en multas porque, por si no te habías dado cuenta, el ayuntamiento no
contempla como opción que no vayas a beber alcohol esta feria.
Ni siquiera las redes sociales abren boca. En twitter, comentarios plagados de
críticas y desánimo de los propios almerienses ante la que hasta hace no tanto
era “su” feria hacen prever que la afluencia al recinto no será mucho mayor que
en años anteriores. Desde luego que si la feria de Almería es nuestro mejor
escaparate podemos afirmar que, al menos este, se ajusta a la realidad que los
almerienses vivimos el resto del año.